Auto promesas.

Mar 16, 2021

Ayer me salí de una clase de yoga.

Me sentí tensa desde que me desperté y noté que me recorría un poco de esa tensión que se siente como electricidad por el cuerpo. Me pasa seguido. Eso de sentir que estoy invadida por algunos volteos, me incomoda pero de alguna manera he aprendido a vivir con ello y ahora hasta se me hace extraño cuando no logro a percibirlo. Es gracioso como incluso a lo que nos molesta nos acostumbramos, que chistosos somos los humanos.

Me desperté más eléctrica que de costumbre y tuve un breve momento en el que me coqueteó la idea de quedarme en la cama pero no lo hice, mis deseos siempre son claros pero frecuentemente se me atraviesa la culpa para arruinármelos. Entonces bajé, hice de desayunar, despaché niños y me fui a mi clase porque eso era "lo que me tocaba".

Ya estando ahí sobre el tapete me di cuenta que en realidad no estaba, me había olvidado a mí misma en otra parte, el mundo de las ideas, listas del super, correos por contestar, tiradas de tarot y recetas. Mi mente estaba lejos de mi cuerpo y cuando eso pasa a veces me cuesta trabajo regresarme a mí. Integrarme.

No es la primera vez que me sucede eso de estar fragmentada. Mi mente en un lugar resolviendo problemas imaginarios y mi cuerpo en otro haciendo saludos al sol, o cualquier otra cosa. Cada parte en lo suyo, como si no se conocieran.

Cuando me di cuenta de que no estaba fui a buscarme pero no me encontré. Había demasiadas cosas sucediendo dentro de mí y no estaba pudiendo acomodarlas para lograr la presencia que necesito para sentirme en paz.

Por unos minutos más seguí haciendo las secuencias que hacían los demás pero era muy claro que no estaba escuchando, ni viendo, ni estando.

Eventualmente me di cuenta que no quería estar ahí, ninguna de mis partes tenían interés en lo que estaba pasando, no tenía idea de lo que habíamos hecho ni tampoco me importaba lo que seguía. El problema es que ya estaba ahí y eso "no se hace". Nos enseñan que es una falta de respeto irnos, salirnos, cancelar, cambiar de opinión. Si ya estas haciendo algo ahí te quedas hasta que se acaba. Lo aprendemos desde muy temprano en la vida; te callas, te aguantas, sufres en silencio y finges que no pasa nada, haces lo que tengas que hacer pero por nada del mundo te atrevas a ofender a los demás. Eso sí está mal.

Respiré profundo y me acordé de todas las veces que he estado haciendo algo y de repente ya no quiero hacerlo y mi cuerpo pide a gritos (y electricidad) que lo deje de hacer pero no me atrevo. Me sigo de largo para no herirle el ego a nadie; las conversaciones que no me interesa tener, los chats en los que no quiero estar, los masajes chafas, los malos restaurantes, los conciertos que decepcionan, las clases, los encuentros incómodos sexuales, las amistades que no suman, las relaciones que claramente no funcionan... ¿cuantas veces nos quedamos aún sabiendo que lo único que queremos es irnos? Fuck!.

Y con esa claridad, respiré profundo, terminé la secuencia, me bajé de mi tapete, lo enrollé, caminé hacia la puerta y me salí.

Cuando me subí al coche, cerré los ojos y me hice una promesa: NUNCA jamás en mi vida me voy a quedar cuando lo que quiero es irme; de un cuarto, salón, conversación, relación o momento que requiera que me abandone a mí misma o que vaya en contra de lo que siento. Prometo que no voy a poner el ego de los demás por encima de mi bienestar físico, mental, emocional e energético. Cuando mi cuerpo me diga "salte" le voy a creer y me voy a salir.

Me ha tomado muchos años de trabajo personal convertirme en esta mujer y hoy me doy el permiso de hacer lo que siento...

K